
No hay dudas de que el fútbol es un fenómeno singular en nuestra cultura. Sus protagonistas, como dioses en un Olimpo están puestos ahí para ser observados y aclamados por el resto de los mortales. Sin embargo, de ese Olimpo, un Dios quiere volver a ser hombre: se llama Flavio, Flavio Pedemonti, un planeta que brilla con luz propia.
El astro afirma que su adicción a la droga fue una confusión que armó el establishment y sostiene que los que dicen eso son los que manejan la falopa en la argentina. Hoy, desde las sombras, los poderosos a quien Pedemonti enfrenta siguen echándole celadas... "Pero yo voy a volver porque tengo huevos y me la banco".
Así fue que sintiéndose apresado por una sociedad que lo amordaza y reprime, Pedemonti buscó su propio espacio. Porque el es alguien cuya rebeldía puede más que todos los consejos que le puedan dar, y su temple lo lleva a intentar volver al fútbol, a pesar de que de todos los sectores se insista en que ya deba retirarse de las canchas argentinas: "A todos los vigilantes que me quieren ver en la lona, yo les tengo un mensaje: Fuck you, fuck you".
Quizás por ser genio y figura, por nunca haber dejado de luchar y de llevar su vida rebelándose ante todo y contra todos, es que hoy Pedemonti, en la vida como en el fútbol, entra al área chica, le hace una chilena al destino, una gambeta a la adversidad y pone la pelota a la mejor altura, la altura del corazón.
Pedemonti es héroe y demonio, aclamado y condenado. Pedemonti para con el pecho el destino, le hace un pase atrás a la esperanza, gambetea la tragedia y finalmente la deja picando en el área para convertir un gran gol: el gol de la vida.
Así, el crack futbolístico, el eterno niño de 29 años (interpretado por Alfonso Grispino. Foto), cuya turbulenta vida privada es cuestionada, así como también es juzgado por una sociedad careta por su adicción a la falopa y la joda loca, deja un mensaje a todos los jóvenes: "Todos los pendejos tienen derecho a pasarla bomba, y no darle bola a los caretas, hacé respetar tus derechos purrete, ahora vayan a dormir sin romper las pelotas".
El astro afirma que su adicción a la droga fue una confusión que armó el establishment y sostiene que los que dicen eso son los que manejan la falopa en la argentina. Hoy, desde las sombras, los poderosos a quien Pedemonti enfrenta siguen echándole celadas... "Pero yo voy a volver porque tengo huevos y me la banco".
Así fue que sintiéndose apresado por una sociedad que lo amordaza y reprime, Pedemonti buscó su propio espacio. Porque el es alguien cuya rebeldía puede más que todos los consejos que le puedan dar, y su temple lo lleva a intentar volver al fútbol, a pesar de que de todos los sectores se insista en que ya deba retirarse de las canchas argentinas: "A todos los vigilantes que me quieren ver en la lona, yo les tengo un mensaje: Fuck you, fuck you".
Quizás por ser genio y figura, por nunca haber dejado de luchar y de llevar su vida rebelándose ante todo y contra todos, es que hoy Pedemonti, en la vida como en el fútbol, entra al área chica, le hace una chilena al destino, una gambeta a la adversidad y pone la pelota a la mejor altura, la altura del corazón.
Pedemonti es héroe y demonio, aclamado y condenado. Pedemonti para con el pecho el destino, le hace un pase atrás a la esperanza, gambetea la tragedia y finalmente la deja picando en el área para convertir un gran gol: el gol de la vida.
Así, el crack futbolístico, el eterno niño de 29 años (interpretado por Alfonso Grispino. Foto), cuya turbulenta vida privada es cuestionada, así como también es juzgado por una sociedad careta por su adicción a la falopa y la joda loca, deja un mensaje a todos los jóvenes: "Todos los pendejos tienen derecho a pasarla bomba, y no darle bola a los caretas, hacé respetar tus derechos purrete, ahora vayan a dormir sin romper las pelotas".